GayElSalvador
Un momento de abril
Inicio
Videos de chicos
Correo SoloCheros
El Salvador en Internet
Contactos Cheros
Chat
Foro
Lugares Gay ES
¿Vas para Guate?
Caliche Gay
Firmá el libro de visitas
Noticias Gay
¿Literatura Gay?
El amor
La búsqueda
¿Salir o no salir?
Un momento de abril

Nem
nem19es@yahoo.fr

 

Asistí por curiosidad a Metrocentro, me dijeron que ahí las miradas se entrelazan en un juego de diversidad, consumo y misterio.  Caminaba por uno de los tantos pasillos lustrados por los pasos de las compras y te vi... venías hacia mí. 

Tendrías unos 18 años o menos y al detener la contemplación de tu imagen en mis pupilas sentí una extraña agitación en los sentimientos. Creo que me emocioné. Confusa combinación de deseo y atracción. En segundos creé la visión de tu cuerpo desnudo untado en aceite, expuesto bajo un ardiente sol caminando hacia mí... respiré del aire que te rodeaba y pasaste de largo.

Delgado, de manos largas y marcadas venas verdes, peinado a la moda, envuelto en ropa veraniega y colorida, con marcas de vigor en piernas y pechos; labios carnosos, ensalivados de humedad y sabor. Ojos inmensamente brillantes, como dos estrellas coronando un cielo de piel blanca, levemente dorada por el sol. Un chico bastante guapo, un capitalino estupendamente provocador. 

Volví a ver hacia atrás... ¿por qué lo hice? Tú también me miraste de la misma forma.

Tranquilo, no pasa nada, pensé. Ha sido sólo una coincidencia... respira, respira... -me dije a mi mismo-, no me mirabas a mí, no, no. Posiblemente no me mirabas a mí. 

Seguí caminando y una absurda sensación de armonía se esparció en el entorno. Las vitrinas comerciales se transformaron en espejos y el techo metálico dejó entrever el cielo azul. Dos puntos en el inmenso universo se habían cruzaron al fin. Tú y yo quizás tan diferentes en medio de infinitas posibilidades, casi hacemos que se descuide la providencia. Sólo faltó un ingrediente: tu voz o la mía atravesando nuestras escalas armónicas distintas. Pero ni tú ni yo dijimos nada, nos alejamos, me alejé... te alejaste.

No fue algo meramente físico, a pesar de que sin duda eras un chamaco verdaderamente atractivo y presumido. Fue como escuchar por primera vez una canción hecha para mí y así te seguí visualizando con los ojos cerrados. Me detuve en la reja al final de lo que llaman: la octava etapa, seguí respirando de ti y viendo hacia el vacío. Pensaba en el contacto con tu piel y el sólo hecho de imaginarlo me desvanecía.

Recordé que leí que cuando dos ondas armonizan su frecuencia, encuentran resonancia y si la armonización entre ambas es perfecta, se convertían en una sola onda, amplificada hasta perderse en el infinito. Creo que encontré tu resonancia, pero no descubrí si complementabas mi canción.

Abrí los ojos y ahí estabas una vez más ¡Madre mía! Bajabas por las escaleras mecánicas hasta la planta segunda y desde ahí lanzaste tu mirada salvaje y penetrante. Sentí toda una sinfonía de escalofríos desvaneciéndose en mí, justo en el momento en que se cruzaron el brío de tus ojos con los míos.  Sonreíste y el tiempo se detuvo y aunque parecía como si esas escaleras te llevaran al centro de la tierra yo no hice nada, efectivamente, me quedé inmóvil por un momento. Te marchaste y no reaccioné de la mejor manera, era exactamente uno de esos momentos en que se pide la mejor de las decisiones y no la encontré por ninguno de mis razonamientos.

Estoy seguro de que a tu manera también provoqué algo en ti y es por eso que aún no acepto y me culpo de que te hayas ido sin decir nada, que te hayas perdido a lo lejos sin haberte ni siquiera sonreído. Recuerdo que después te busqué, pero ya no estabas. Al salir a la calle, no supe a donde ir, no sabía que dirección tomar, debí seguirte antes que llegara la oscuridad de abril sobre San Salvador.

Al anochecer te seguí pensando, miraba al cielo y me consolé al imaginar que simplemente fuiste un lucero caído del cielo y que si me hubiese acercado a ti, habría evitado que volvieras a tu sitio allá arriba... con las estrellas y los ángeles.

Cuida de tu encanto joven anónimo salvadoreño, que yo atesoraré tu esplendor en mis recuerdos. 

Nem

 (relato de uno de los tantos momentos mágicos de mi último viaje a San Salvador).